En el corazón de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, se teje una historia de oración, reflexión y entrega que ha perdurado a lo largo de dos siglos. El 11 de noviembre de 1825 en Tours nació la primera comunidad de vida Contemplativa, fundada por Maria Eufrasia Pelletier es un momento para mirar hacia atrás con gratitud y hacia adelante con esperanza, uniendo nuestros corazones en un compromiso renovado con la profundidad espiritual y la misión que nos ha sido confiada.

Desde los primeros días de nuestra comunidad, hemos sido llamadas a adentrarnos en el corazón del universo. En este viaje, hemos descubierto la belleza de la oración silenciosa, el misterio de la contemplación y la conexión profunda con Dios. En estos 200 años, hemos cultivado un espacio sagrado donde la presencia divina se experimenta y se comparte. Es una tradición que nos ha sostenido en tiempos de alegría y desafío, recordándonos constantemente la importancia de la comunión con Dios como fuente de vida.
La vida contemplativa no es un retiro del mundo, sino una llamada a sumergirse más profundamente en él. En estos dos siglos, hemos aprendido que la contemplación y la acción están entrelazadas de manera inseparable. Nuestra entrega a la misión es la expresión natural de una vida arraigada en la contemplación. Celebrar estos 200 años es también renovar nuestro compromiso con llevar la luz de la espiritualidad a los rincones más oscuros de nuestro mundo.
En este tiempo de preparación hacia el camino de vivir el año jubilar, extiendo una cálida invitación a toda nuestra Congregación a sumarse con un compromiso renovado con la vida de oración profunda y entrega generosa a la misión. Es una invitación a sumergirse en la espiritualidad, a redescubrir la alegría de la contemplación y a abrir nuestros corazones a la llamada constante de Dios.

Hemos aprendido que nuestra la vida contemplativa no es solo un regalo para nosotras, sino una luz para el mundo. Al unirnos en oración y acción, en contemplación y entrega, continuamos tejiendo la historia de nuestra congregación en el tapiz de la gracia divina.
Que la llama de la contemplación siga ardiendo en nuestros corazones y que, con renovado celo, podamos avanzar hacia el futuro que Dios nos tiene preparado.
¡Que la celebración de estos 200 años sea un testimonio vivo de nuestra vida contemplativa, una luz que ilumine el camino hacia la presencia divina y la misión que nos aguarda
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Por Hna. Cristina Rodriguez de la Cruz, Congregational Councilor