Beata Aguchita

Aguchita

Una mártir de la misericordia

Antonia Luzmila Rivas López, conocida cariñosamente en la vida religiosa como "Aguchita", nació el 13 de junio de 1920 en Coracora (Perú). A los 14 años, se trasladó a Lima para estudiar en el Colegio Sevilla, regentado por las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor. Atraída por la misión de las hermanas, ingresó en la Congregación en 1941, donde emitió su profesión religiosa temporal el 8 de febrero de 1945 y su profesión perpetua el 8 de febrero de 1949.

Vivió en Lima hasta 1988, desempeñando diversos servicios que incluían la enseñanza en la escuela de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor y el trabajo con niños desamparados y abandonados en situación de riesgo.

Durante toda su vida, Aguchita soñó con servir a la gente de la selva amazónica y finalmente hizo realidad ese sueño cuando fue enviada a La Florida. Allí dirigió una misión centrada especialmente en el apoyo a las mujeres y las comunidades indígenas locales. Sin embargo, a finales de la década de 1980, la violencia se apoderó de la región amazónica central de Perú, a manos de la guerrilla de Sendero Luminoso. A pesar del creciente peligro, la Congregación mantuvo su presencia a través de su misión de llevar a cabo programas de salud, educación, nutrición, alfabetización, artesanía y catequesis familiar.

Al principio, los habitantes de La Florida apoyaron a los terroristas, esperando una mejora de las condiciones de vida, pero pronto se distanciaron debido a la violencia y al clima de terror que se había instaurado. Aguchita cumplió su misión en el pueblo y vio en este nuevo destino una oportunidad más de estar con los pobres.

Estaba decidida a permanecer cerca de la población local. Trágicamente, el 27 de septiembre de 1990, un grupo armado de Sendero Luminoso asaltó La Florida, capturó a algunos ciudadanos y los llevó a la plaza principal. Al no encontrar a la superiora de la comunidad del convento, los rebeldes mantuvieron cautiva a Aguchita y la llevaron a la plaza principal con los demás, donde la mataron a tiros a ella y a los demás.

Los rebeldes la acusaron de ser una pacificadora que, con sus obras de caridad y su actividad educativa, había desviado a los jóvenes de la insurrección armada. Por miedo, los cuerpos de Aguchita y las demás víctimas permanecieron intactos en la plaza toda la noche hasta que fueron enterrados al día siguiente.

En 2018, la Congregación trasladó sus restos desde Lima a La Florida, donde ella había dicho que siempre quiso permanecer, incluso después de muerta. Las ceremonias fueron solemnes, reverentes y conmovedoras, con la asistencia de varios cientos de ciudadanos de los alrededores.

Fue beatificada en La Florida, Perú, el 7 de mayo de 2022.

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