El 1 de marzo de 2025, cinco hermanas de la Provincia de Sri Lanka/Pakistán hicieron su profesión perpetua. Una de ellas, la Hna. Jenita Johnson, abrazó la Vida Contemplativa. Este año, al celebrar el bicentenario de la fundación de las Hermanas Contemplativas por Santa María Eufrasia, comparte con nosotros, en sus propias palabras, la experiencia de su camino:
Me inspiró a abrazar la vida contemplativa por dos razones:
La primera es el profundo amor hacia nuestra misión de reconciliación, que refleja el corazón compasivo de Jesús, el Buen Pastor, y las aspiraciones de nuestra Santa Madre Fundadora, Santa María Eufrasia. A lo largo de mi vida, he experimentado el amor misericordioso de Dios, que ha influido profundamente en mi camino y me ha inspirado a responder con amor.
La segunda razón es que la vida contemplativa refleja la encarnación de Jesús, quien abrazó la humanidad y se humilló por nuestra salvación. A lo largo de mi proceso de discernimiento para comprender mi vocación religiosa, he encontrado con frecuencia un pasaje bíblico que me ha guiado en mis interacciones con los demás, lo que finalmente me llevó a decir un "si'' rotundo al llamado de Dios.
"…siendo en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo…" Filipenses 2,6
Enfrentando Desafíos
Vivimos en un mundo en constante cambio y lleno de desafíos. En varias ocasiones, he encontrado desafíos con respecto a mi vocación a través de Sacerdotes y Religiosos que participan en ministerios apostólicos. Ellos enfatizan que nosotros, como Religiosos, debemos servir al pueblo de Dios activamente en el campo, en lugar de solo en la oración o en la capilla. Esto me causó cierta lucha interna. A través de un discernimiento más profundo, la oración, la reflexión y la guía de los directores espirituales, he llegado a darme cuenta de que esta lucha es también un medio por el cual Dios me ayuda a profundizar y fortalecer mi elección de vocación.
Creo que las dificultades y los desafíos nos brindan oportunidades para aprender del pasado y afrontar el futuro con valentía, ya que, en última instancia, nos fortalecen. Siempre que lucho con mis debilidades y me cuesta avanzar, recuerdo el consejo de mi formador: ''No intentes vivir toda la vida de una vez. Ve paso a paso.'' Este consejo me inspira a seguir adelante.
Fortalezco mi relación con Dios dedicando tiempo a la oración personal y comunitaria. Estar en la presencia de la Sagrada Eucaristía, admirar la belleza de la naturaleza, cuidar de los demás y dedicar tiempo a la lectura espiritual me ayuda a conectar conmigo mismo, con Dios y con el mundo que me rodea.
Vivir en comunidad significa compartir muchas experiencias juntas: celebramos momentos alegres y, a veces, enfrentamos malos entendidos que conducen a la reconciliación. También me esfuerzo por estar disponible para ayudar a nuestras Hermanas, especialmente a las mayores, simplemente estando con ellas y escuchándolas; esto profundiza nuestra relación.
Dios siempre escucha nuestras oraciones sinceras cuando somos humildes. A menudo, las personas nos piden que oremos por ellas y por los problemas que enfrentan, incluyendo dificultades familiares. En nuestra comunidad, todas compartimos estas situaciones como si fueran nuestras y oramos a Dios para que nos ayude. Experimentar que Dios responde a nuestras oraciones siempre me recuerda la siguiente reflexión ''Nuestros corazones se llenan de asombro al contemplar tus obras, oh Señor.”
En la foto: Hermanas M. Upeka Fernando, M. Chamudi Perera, M. Clodiya Sebastiyan, Moureen Perera y Jenita Johnson