Por Hna. Eufrasia Daruna Mesomklin, Tailandia (Provincia de Asia del Este)
Nacida el 25 de octubre de 1946, sentí la llamada de Dios desde una edad tempranaMi camino y mi compromiso con el servicio a los demás se forjaron significativamente durante mis años en Bangkok, en la escuela primaria San Francisco Xavier y en el instituto Mater Dei, donde recibí una profunda influencia de los valores y las enseñanzas que allí se impartían.
Mi itinerario educativo me llevó a cursar un Máster en Artes en la Universidad de Duquesne (EE.UU.) y, más tarde, un Doctorado en Psicología del Asesoramiento en la Universidad de Preston. Cada paso en mi educación ha sido guiado por el deseo de servir mejor a los necesitados y ofrecer esperanza y curación a través del conocimiento y la compasión.
Con el corazón lleno de fe y el deseo de servir, respondí a la llamada de Dios e ingresé en Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor el 26 de abril de 1971, a la edad de 24 años. Hice mi profesión perpetua seis años más tarde, el 17 de septiembre de 1977.
Desde entonces, he dedicado mi vida a servir a los necesitados, en particular a las mujeres y los niños que corren el riesgo de ser víctimas de la trata de personas. He caminado junto a innumerables almas, ofreciéndoles atención, apoyo y la esperanza que sólo el amor de Jesús, el Buen Pastor, puede proporcionar.
Nuestra misión no consiste sólo en satisfacer las necesidades físicas, sino en alimentar el espíritu humano, devolver la dignidad y ofrecer un camino hacia la autosuficiencia a través de este amor del Buen Pastor.
A lo largo de las décadas de mi trayectoria, he desempeñado diversas funciones y ministerios, cada uno con sus propios retos y recompensas. Mi trayectoria ha sido diversa y gratificante:desde trabajar con personas socialmente desfavorecidas en Pattaya hasta dirigir la formación religiosa en Singapur, desde guiar seminarios de Vida en el Espíritu en Tailandia hasta ser la Directora del Proyecto del Buen Pastor en Phuket.
Mi trabajo con las Asociadas Católicas Tailandesas, la Sociedad Teresiana y nuestras Asociadas Laicas de las Hermanas del Buen Pastor me ha permitido tocar muchas vidas, ofreciendo consejo, apoyo y el amor de Jesús Buen Pastor a quienes lo necesitan.
Hoy, en el Día Mundial de Oración por la Pastoral Penitenciaria, reflexiono sobre el lugar especial que este apostolado ocupa en mi corazón. Es donde veo el profundo impacto de la misericordia y la gracia de Dios. He sido testigo directo del poder transformador de la oración y la guía espiritual en la vida de los presos. Ofreciendo sesiones regulares de asesoramiento, retiros espirituales y programas educativos, me esfuerzo por devolver la dignidad y la esperanza a los que están entre rejas. Muchos reclusos que antes estaban atrapados en la desesperanza han encontrado un propósito y una fuerza renovados a través de su fe.
La oración por la pastoral penitenciaria ha sido un aspecto significativo de mi vocación. Es a través de la oración como encontramos la fuerza y la guía para continuar nuestra misión, para llevar la luz a los rincones más oscuros y para ofrecer el amor de Jesús, el Buen Pastor, a quienes más lo necesitan.
En este Día Mundial de Oración por la Pastoral Penitenciaria, os invito a uniros a nosotros para elevar las almas de los que están encarcelados, para que puedan encontrar esperanza, redención y un camino hacia un futuro mejor.