Migración es uno de los problemas más urgentes de nuestro tiempo, tocando millones de vidas y exigiendo nuestra atención colectiva. El Domingo de Ramos se conecta con la migración a través del simbolismo del viaje de Jesús a Jerusalén, que puede verse como una peregrinación, muy similar a los viajes de muchos migrantes hoy en día.
El Papa Francisco ha hecho un llamado constante a las naciones y a los individuos para que den la bienvenida, protejan, promuevan e integren a los migrantes. Sus mensajes en Fratelli Tutti y en el Mensaje para el Día Mundial de los Migrantes y Refugiados enfatizan la importancia de abordar las causas fundamentales como el conflicto, la pobreza y el cambio climático al mismo tiempo que se responde con compasión a las crisis migratorias.
El espíritu del Buen Pastor nos llama a ir allí donde el grito de la humanidad es más fuerte. La posición clara de la Congregación sobre la migración enfatiza ''escuchar el grito desde los márgenes" y responder valientemente para construir comunidades basadas en la inclusividad. Esto se conecta profundamente con el llamado del Papa Francisco a superar la apatía y el miedo hacia el ''otro.”
Llamada a la acción
La entrada de Jesús en la ciudad, recibida con ramas de palma, representa la esperanza y la paz, ideas que resuenan con los migrantes que buscan seguridad, refugio y transformación. El Domingo de Ramos nos recuerda reflexionar sobre nuestra responsabilidad de apoyar y cuidar a los migrantes en necesidad.
Además, su identificación con los marginados y rechazados refleja las experiencias de las personas desplazadas hoy en día, invitándonos a la solidaridad y compasión hacia aquellos que están en viajes similares.
En esta temporada de renovación, reflexión y transformación, aprendamos más sobre las causas que obligan a las personas a migrar y tomemos acción, como convertirnos en Animadores Laudato Si’ para abogar por la justicia climática y ecológica y formar parte de la solución para abordar algunas de las causas fundamentales de la migración.