Marina Chaaya, Oficial de Comunicación, Líbano (Provincia de Líbano / Siria)
A pesar del anuncio de un acuerdo de tregua local en Oriente Medio a principios de octubre de 2025, el esperado efecto dominó de paz aún no ha llegado al Líbano. El país sigue sumido en la tensión y persiste el temor a que una nueva escalada se extienda hacia el norte. Particularmente en el sur del Líbano, continúan los bombardeos esporádicos y los ataques selectivos, dejando a las comunidades ansiosas y vulnerables, con muchas víctimas inocentes.
La inestabilidad persistente ha generado una constante incertidumbre en la vida diaria, que se extiende mucho más allá de las zonas fronterizas inmediatas y alcanza todos los rincones del país. Familias y comunidades en todo el Líbano viven bajo el peso de una peligrosa inestabilidad, sin saber qué les deparará cada nuevo día. Esta profunda inseguridad no es solo un titular: es una devastadora realidad humana para quienes vivimos aquí, sobre el terreno.
La lucha la sienten profundamente los más vulnerables: mujeres y niños, que soportan cargas desproporcionadas, y quienes ya luchan con el desplazamiento y la pobreza. Para ellos, cada acto cotidiano, desde enviar a un niño a la escuela hasta conseguir la próxima comida, se ve ensombrecido por el miedo y el estrés agotador de lo desconocido. Su resiliencia se pone a prueba continuamente por la tensión emocional y económica de una vida en constante incertidumbre.
Sin embargo, ante estos profundos desafíos, las Hermanas y Compañeras de misión continúan con los ministerios del Buen Pastor, acompañando, sirviendo y cuidando a cada persona necesitada. El peligro se convierte en una rutina que hay que desafiar: la vida debe continuar y las personas tienen derecho a que, al menos, se satisfagan sus necesidades básicas.
El domingo 26 de octubreº, dos de nuestras Hermanas vivieron una experiencia aterradora. Mientras viajaban desde la comunidad del Buen Pastor en el Monte Líbano hasta nuestro Centro del Buen Pastor en la pequeña aldea cristiana de Deir al-Ahmar, en el Valle de la Bekaa, Líbano, pasaron por Bouday, una ciudad que pronto se convertiría en el escenario de una terrible explosión.
Mientras pasaban en coche junto a un edificio, dos ataques aéreos impactaron en rápida sucesión, destrozando las ventanillas y lanzando fragmentos de la explosión contra el vehículo. La fuerza de la explosión dejó el coche gravemente dañado, pero milagrosamente, las Hermanas salieron ilesas.
Una de las Hermanas relató más tarde el momento: ''Cuando se produjo la explosión, pensé que moriría en los siguientes dos segundos. La onda expansiva fue tan fuerte que los cristales se hicieron añicos a nuestro alrededor y trozos de metal impactaron contra el coche por todas partes. Pero, de alguna manera, ninguna de las dos resultó herida. Fue un verdadero milagro: el poder de Dios nos protegió''
Las otras Hermanas involucradas hablaron de cómo ''El Señor, en su infinito amor, nos protegió a pesar del peligro inminente. Nos preservó para que su misión de amor y servicio pueda continuar en el Valle de la Bekaa. Demos gracias por su cuidado infinito para con sus Hijos.''
Esta milagrosa huida nos recuerda crudamente la realidad que muchos enfrentan hoy: la fragilidad de la seguridad y la imprevisibilidad de la violencia. Incluso quienes se dedican a la paz y al servicio no son inmunes a los peligros que los rodean. Sin embargo, como tantos otros en el Líbano, la valentía de las Hermanas refleja una verdad más profunda: la silenciosa fortaleza que perdura en medio del miedo.
Para la misión del Buen Pastor, este momento refuerza una convicción sencilla pero poderosa: que la presencia y la compasión son más necesarias donde prevalecen el sufrimiento y la incertidumbre. Mientras la región espera que la paz verdadera se consolide, nuestro compromiso como hermanas y aliadas permanece firme- estar al lado de los vulnerables, continuar nuestra labor por la dignidad y mantener viva la esperanza, incluso en estos tiempos inciertos.

Continuamos unidos en oración, especialmente al finalizar octubre, mes dedicado al Rosario. Al comienzo de este mes, nos sumamos al llamado mundial de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) por el 20.ºº aniversario de su campaña Un millón de niños rezando el rosario, durante la cual los niños a quienes apoyamos se unieron a cientos de miles de personas en todo el mundo, elevando oraciones por la paz, la sanación y la justicia.
Juntos creemos que que incluso en la oscuridad, la oración y la acción pueden traer luz.
Descubre más sobre la misión en Líbano y Siria: www.goodshepherdsisters.me/en/Accueil




