En la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, la Hna. Fiona María Yeo, hizo su profesión perpetua de votos religiosos en la Iglesia de Cristo Resucitado de Singapur. Fue una celebración emotiva, ya que realizó su compromiso de por vida con Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, rodeada de su comunidad de hermanas, familiares y amigos.
Aquí, comparte con nosotras/os una reflexión sobre sus recientes votos evangélicos.
"Cuando pienso en aquel día, mi mente también recuerda otro acontecimiento. Un día, mientras caminaba en meditación, me detuve asombrada ante el espectáculo que tenía delante. Me llamó la atención la magnificencia de un árbol caído. Las abundantes plantas que lo rodeaban me decían que seguía dando vida, incluso muerto. Aquel árbol me habló y me enseñó mucho sobre los votos evangélicos.
Por el voto de pobreza evangélica, me di cuenta de que, como el árbol, yo también estoy llamada a entregarme total y plenamente, como él se pone a disposición de todos, incluso hasta su muerte, para que otros puedan tener vida en plenitud.
Vi cómo el voto de castidad consagrada es un amor generoso que abraza a todos y no un amor exclusivo para un solo individuo. El árbol no eligió a qué planta dar vida: dio vida a todos los que necesitaban alimentarse de él. Es una libertad paradójica que me libera para dar todo de mí a los demás en las relaciones.
Aprecié cómo el voto de obediencia religiosa es un abrazo, apertura, aceptación y cooperación a la voluntad de Dios, que sólo puede nacer de la libertad. Debo aprender del árbol que abrazó, aceptó y cooperó para que otros tuvieran vida.
Y para el voto único de nuestra Congregación -el del celo apostólico- vi cómo, imitando a Jesús Buen Pastor, este voto es amor compasivo, un dinamismo especial que alcanza, salva y restaura la dignidad. Al morir y permitir que otras plantas se hospeden en ella, devuelve a la vida la finalidad y la dignidad original que les corresponde en virtud de su existencia como creación del Creador. En todo lo que hago, mi celo sirve para restaurar la dignidad original mediante la misión de sanar y reconciliar amando compasiva y misericordiosamente.
Hay tanto que aprender de la naturaleza, de un solo árbol. ¡La naturaleza nos enseña mucho, incluidos los votos que profeso! Yo también soy consciente de que también somos parte de la naturaleza. No dominándola, sino formando parte de ella. Somos tan parte de la naturaleza. como el árbol o la araña, e igual de asombrosos! ¿Estamos escuchando, viendo, encontrando, reverenciando con asombro, alegría y respeto toda nuestra bondad?"
La Congregación se alegra por nuestra nueva hermana. Rezamos por ti, Hna. Fiona, y nos unimos a ti en la oración por un aumento de las vocaciones a nuestro estilo de vida de pastores.
