Por Cabrini Janis John, directora ejecutiva de Good Shepherd Services, Malasia
"Salir de tu zona de confort para encontrar nuevas habilidades que te permitan un crecimiento personal y desarrollar tu carrera profesional.'' Es una linda cita. Pero ¿vivirla? Eso es otra historia.
Cuando me ofrecieron por primera vez la oportunidad de gestionar el proyecto Green and Resilient Recovery ‘GRR’ (recuperación ecológica y resiliente) - Proyecto de Subvención para la Acción Local del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), me sentí... nerviosa. Ese tipo de nerviosismo en el que sonríes educadamente por fuera, pero por dentro tu cerebro grita: ''¡No, gracias! ¡Es demasiado grande! ¡Da mucho miedo!'' Ya había expresado mis preocupaciones: la magnitud del proyecto, las expectativas, la larga lista de indicadores clave de rendimiento, la participación de la comunidad, los requisitos de presentación de informes... Todo ello pasaba ante mis ojos como escenas de una película dramática.
Lo que me sorprendió fue la tranquilidad con la que estaban los responsables. Sin pánico, sin dudas. Solo un sencillo y firme ''Puedes hacerlo.'' Y, de alguna manera, se me contagió esa confianza.
Es curioso cómo basta con que una sola persona crea en ti para que empieces a creer en ti mismo.
Desde entonces, el proyecto GRR se ha convertido en algo más que una simple tarea en mi escritorio. Es parte de mí. Es donde aprendí el vocabulario de la sostenibilidad: energía verde, productos ecológicos, economía circular. Pero, más allá de eso, llegué a conocer el corazón de nuestro trabajo, las comunidades a las que servimos.
Gestionar dos proyectos diferentes a menudo era como criar a gemelos con personalidades muy diferentes. Una comunidad era receptiva, alegre y estaba dispuesta a colaborar. La otra era más reservada. Había días en los que llegaba llena de energía, con las diapositivas preparadas y los aperitivos listos, solo para encontrarme con dos asistentes.
Al principio, era desalentador. Me preguntaba si estábamos teniendo algún impacto real. Pero entonces recordé la misión que tenemos en Good Shepherd Services en Malasia. No estamos aquí para recibir aplausos ni resultados inmediatos. Estamos aquí porque creemos en las personas, incluso cuando no están preparadas. Incluso cuando aún no creen en sí mismas.

''Una persona vale más que un mundo.'' (Santa María Eufrasia)
Así que seguimos adelante. Gestionar un proyecto como este es muy parecido a organizar una cena en la que la mitad de los invitados cancelan, la comida se quema y te das cuenta de que alguien se ha olvidado de traer el arroz. En resumen, es un caos controlado con una buena estrategia en mente. Algunos días todo va bien. Otros días, tu plan B necesita su propio plan B. Hay momentos en los que, a pesar de todos tus esfuerzos, las cosas simplemente no salen como habías previsto. Y ahí es cuando la creatividad se convierte en tu mejor amiga. La flexibilidad se convierte en tu mantra diario. Cada reto al que te enfrentas es una lección oculta. Cada solución que encuentras es otra insignia invisible de honor en tu banda de directora de proyectos.
Por supuesto, no estaba haciendo esto sola. Lo que hizo que todo el viaje fuera más significativo fue el equipo que tenía a mi lado. Un grupo de almas apasionadas, pacientes y valientes (algunas de las cuales pueden haber sido empujadas suavemente o incluso arrastradas a esta montaña rusa conmigo).
Juntos, superamos frustraciones, noches de trabajo hasta altas horas, plazos ajustados y sesiones de retroalimentación que iban desde lo más esclarecedor hasta lo más humillante. Pero juntos mantuvimos el rumbo. Y ahora, estamos empezando a cosechar los frutos de nuestro trabajo. He visto a cada miembro del equipo salir de su zona de confort, asumir responsabilidades y crecer. Espero que este viaje les haya dado la fuerza y la claridad que necesitan para volar aún más alto en sus propios caminos.
Este año cumplo seis años en Good Shepherd Services. Empecé como responsable de programas, insegura, con los ojos muy abiertos y silenciosamente aterrorizada. Hoy en día, ocupo el cargo de directora ejecutiva. Las responsabilidades son mayores, el cargo es más importante y la zona de confort ya no existe.
Pero ese es el precio del crecimiento, ¿no es así? No ocurre en espacios fáciles o predecibles. Ocurre cuando dices ''sí'', incluso cuando tu corazón te dice, ''no estoy preparada.'' Cuando asumes el riesgo, incluso con las manos temblorosas.
Para mí, nunca ha sido una cuestión de títulos profesionales. Siempre ha sido una cuestión de crecimiento, de misión y de dar lo mejor de mí misma a algo en lo que creo. Algo más grande que yo.
''Háganlo todo con un gran corazón.'' (Santa María Eufrasia)
Así que sí, sal de tu zona de confort. Aprovecha la oportunidad. Di que sí, incluso cuando te tiemble la voz. Esfuérzate, tropieza y aprende. Pero recuerda siempre que cada oportunidad es también una responsabilidad.
''Pongan toda tu alma en el momento presente.'' (Santa María Eufrasia)
Y eso es exactamente lo que pretendo seguir haciendo. El corazón lleno, la hoja de cálculo abierta, los aperitivos a mano, y el café siempre listo.
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