Por la Hna. Taskila Nicholas, Buen Pastor Internacional Justicia y Paz
La Hna. Taskila Nicholas explora cómo el activismo, la creatividad digital y el llamado a la inclusión de la Generación Z, invitan a la comunidad del Buen Pastor a abrazar la co-creación, caminando con jóvenes en la escucha mutua, la innovación y una misión compartida por la justicia y la compasión.
"No somos el futuro. Somos el presente". Este lema captura la esencia de la Generación Z. Una generación de nativos digitales, sin experiencia ni memoria de un mundo pre-internet. Sus años de formación estuvieron marcados por importantes cambios globales y sociales: el colapso climático, la desigualdad, la evolución de las normas de género, la vigilancia digital y la inestabilidad política. La Generación Z, es la generación más diversa en términos de etnia, identidad y actitudes sociales; tienden a valorar la autenticidad, la inclusión y la innovación. A diferencia de los millennials, que adoptaron el intercambio público en línea, la Generación Z prefiere interacciones digitales más privadas y temporales, como a través de Snapchat, TikTok o Instagram.

La conectividad global y la franqueza en sus opiniones son características de la Generación Z. Esta generación utiliza herramientas digitales, arte y activismo para protestar contra los males sociales: el cambio climático, la corrupción, la desigualdad de género, la injusticia racial, la desigualdad educativa y la gobernanza inadecuada. Los jóvenes están redefiniendo el activismo. Transmiten protestas en directo, transforman la ansiedad climática en imágenes y organizan campañas mediante memes y podcasts. Esto no es rebelión, sino una forma de ciudadanía joven que usa la imaginación, construye soluciones y co - crea con inclusión.
He visto a jóvenes en Nepal liderando movimientos por una Gobernanza más limpia y la libertad de expresión. De igual manera, en Madagascar, grupos de jóvenes se están uniendo para abordar la deforestación, la desigualdad de género y el acceso a la educación. No esperan propuestas de financiación; impulsan el cambio con teléfonos inteligentes y solidaridad. Lo hacen incluso en entornos de inestabilidad política y violencia.
Para nuestras Hermanas y Compañeras, que han dedicado décadas a defender la dignidad, la educación y la justicia, esta ola generacional es un llamado a evolucionar. Es el momento de encontrarnos con la Generación Z donde se encuentren y acompañarlos en su camino.

Nuestro entusiasmo nos llama a un cambio de perspectiva, a reconocer los valores de las prioridades y los estilos de comunicación de la nueva generación. Con una nueva mentalidad, podemos unirnos a espacios dinámicos donde los jóvenes diseñan, lideran, participan e innovan. Nos convertimos en instrumentos para identificar sus voces y amplificarlas, guiándolos en valores de no violencia, respeto por todos, misericordia y compasión.
La juventud de hoy nos llama a encarnar cualidades como la participación directa de los jóvenes, la transparencia, la interacción digital, la co-creación, la atención a la salud mental y el compromiso con la inclusión social. Cada vez más, nuestros ministerios deben evolucionar para invitar a los participantes a co-diseñar iniciativas, incluso dentro de nuestra formación religiosa, donde la mayoría de los nuevos miembros pertenecen a la Generación Z.
El Papa Francisco nos recordó: «Una iglesia sinodal es una iglesia que escucha, consciente de que escuchar es más que oír. Es una escucha recíproca en la que cada uno tiene algo que aprender». Acompañar a la Generación Z, significa vivir esta Sinodalidad, caminar con ellos en un propósito compartido, escucha mutua y co creación.
Imaginemos que cada programa del Buen Pastor se convierte en un espacio de empoderamiento. Por ejemplo, la participación directa de jóvenes y niños en la reciente celebración en línea del Día Internacional de la Niña Niña en Asia Pacífico, así como en la ONU, fueron iniciativas y espacios dinámicos liderados por el Buen Pastor que hablan sobre la justicia de género. Estas iniciativas y redes nutren a los jóvenes y construyen un futuro más seguro. También podemos reconocer y ayudar a mitigar las dificultades relacionadas con la ansiedad, los temores climáticos y la incertidumbre económica. Podemos crear espacios seguros para el diálogo, programas que combinan la defensa de los derechos con el desarrollo de habilidades.
En el fondo, sentimos que la Generación Z carga con un profundo peso emocional: el duelo climático, los ambientes de violencia, la ansiedad, el agotamiento y la presión por salvar el medio ambiente. Con nuestra amplia experiencia en atención pastoral y servicio orientado al trauma, estamos bien posicionados para ofrecer lo que esta generación más anhela: inclusión social, salud mental, bienestar, pertenencia y sanación. Compartimos con la Generación Z la importancia y la necesidad del valor espiritual de la Sinodalidad. A medida que la Generación Z se levanta con valentía, estamos llamados a ser compañeros en el camino hacia el desarrollo integral y la justicia.
Mientras sigo reflexionando sobre nuestra misión y la Generación Z, los invito a ustedes lectores, a compartir sus pensamientos, experiencias y reflexiones para comprender, aprender de y apoyar los valores, esperanzas y preocupaciones de esta nueva generación.
Envíame tus opiniones, me encantará saber qué piensas: Taskila.n@gsijp.org




