Navidad 2024
“Jesús vino, superó todas las distancias;
se nos volvió cercano como las cosas más simples
y cotidianas de la existencia.
De hecho, él tiene otro nombre, que es “Emanuel”
y significa “Dios con nosotros”,
Dios junto a nuestra vida,
y significa “Dios con nosotros”,
Dios junto a nuestra vida,
(“Dilexit Nos”, 34. Pope Francis)
Queridas hermanas y laicos/as, Partners en la Misión:
A medida que nuestros corazones se preparan para celebrar la esperanza en el nacimiento de Cristo en medio de la realidad del sufrimiento humano, reflexionemos sobre el pesebre de Belén de hace muchos años. Continúa siendo un recordatorio de la nueva vida en un mundo marcado por la lucha; un mundo donde, aún hoy, las familias buscan refugio, vidas inocentes se ven atrapadas en las garras del conflicto y donde el grito por la paz y la justicia resuena en todo el planeta.
Este año, el dolor de nuestros tiempos se siente con especial intensidad. De un rincón a otro del mundo, en muchos países, la gente sufre a causa de la explotación y la exclusión. De los centros de las ciudades a las periferias, cientos de miles de personas se desplazan para cruzar las fronteras en la búsqueda desesperada de alimentos, seguridad y libertad.
Otro año avanza hacia su fin y uno nuevo está a punto de comenzar. ¿Cuántos son los sueños que se harán añicos? ¿Qué angustias tendrá que afrontar mucha gente? Estas realidades que la humanidad y nuestro hogar común experimentan nos parten el corazón, interpelándonos a reflexionar sobre lo que significa el nacimiento de Cristo en este mundo.
Sin embargo, hay chispas de esperanza. La Navidad no es una negación del sufrimiento - es Dios que entra en él abrazándonos con infinita ternura en nuestra vulnerabilidad –
...para compartir nuestras alegrías y tristezas,
...para apoyar y consolar a quienes lloran y sufren un dolor insoportable,
...para luchar y caminar junto a aquellos cuyas piernas no les permiten avanzar ni unos pasos más frente a otro largo recorrido hacia los pasos fronterizos,
...para que la luz pueda alumbrar nuestras tinieblas.
El mismo Dios que eligió nacer en un humilde establo, hoy elige estar presente a través de ustedes en los campos de refugiados, en las zonas de guerra, en los hogares de las familias desplazadas, en el sufrimiento de las madres, de los padres, de los niños/as, y en los corazones de todas las personas que anhelan la paz. Esta es la eterna historia de la Navidad: que el Salvador trae luz donde las tinieblas parecen impenetrables, amor donde se fomenta el odio y paz donde reina el conflicto.
Esta es la experiencia que comparten muchas/os de ustedes, queridas hermanas y partners laicos/as en la misión, que, con otros, tienden su mano para ofrecer ayuda a quienes sufren, dar refugio a quienes han perdido sus hogares y bienes, garantizar que los que tienen hambre y sed dispongan de lo básico y dar protección a quienes necesitan un lugar seguro.
Estas son algunas chispas de esperanza que hemos experimentado durante nuestras visitas…
“Su testimonio valiente en medio de la guerra, la incertidumbre y las catástrofes naturales. A pesar de todo, ustedes permanecen firmes en el amor, la misericordia y la reconciliación. Su fe brilla a través de la frustración y la desesperanza, revelando la bondad y la alegría de servir a los demás. La encarnación de Jesús se manifiesta en cada persona que encuentran.”
“La reconciliación y la sanación se están dando en muchas Provincias. Nos sentimos alentadas por sus esfuerzos que fomentan la esperanza, mejoran las relaciones y fortalecen las comunidades. El compromiso con nuestra llamada a una Cultura Universal de la Justicia en nuestra Congregación inspira el cambio para un futuro más equitativo.”
Una nueva historia de ESPERANZA se está co-creando a través de ustedes cada vez que tienden su mano con compasión a las personas más vulnerables.
Agradeciéndole a Dios que nos ha acompañado en nuestro caminar durante estos momentos del año que termina, solidaricémonos con las personas que sufren y actuemos con coraje para construir un mundo en el que se honre la dignidad de cada persona.
Al contemplar al Niño Jesús, que vuelve a nacer en nuestros corazones y hogares, en nuestras comunidades y en nuestros apostolados, renovemos nuestra llamada a ser instrumentos de esta esperanza. Que la promesa de ''Emanuel - Dios con nosotros'' nos llene de audacia y coraje para soñar con un mañana mejor y trabajar incansablemente para hacerlo realidad.
¡Les deseamos una Navidad llena de ternura en el cuidado de los demás, de esperanza, de coraje y de paz profunda!
Equipo de Liderazgo Congregacional
(Descargar la carta aquí)