Por Sor Jaqueline Mendes, (Región del Sur de Europa)
Nos llena de alegría compartir algo sobre la celebración del 200º aniversario de la fundación de las Hermanas Contemplativas, seguras de que somos parte de esta historia, que, a lo largo de los siglos, ha hecho el bien a través de esta misión específica. Somos guiados por el Espíritu Santo, que renueva y transforma todo.
Hoy estamos llenos de gratitud por la misión que Santa María Eufrasia, inspirada por el Espíritu Santo, nos ha confiado, una misión que sigue muy viva en el seno de la Congregación, incluso en medio de los numerosos desafíos del mundo moderno, como la escasez de vocaciones en algunos lugares.
Esperamos que esta obra divina continúe, con nuevos miembros y con nuestros socios en la misión.
Celebrar el bicentenario de nuestra fundación es una oportunidad para reflexionar sobre el pasado, celebrar con alegría nuestros logros y evaluar el legado dejado por Santa María Eufrasia. Es una oportunidad para fortalecer nuestra identidad.
Las celebraciones del bicentenario y los eventos conmemorativos del bicentenario son momentos de unidad y orgullo unidad y orgullo
El bicentenario nos recuerda que somos parte de una historia y que cada generación tiene la responsabilidad de preservar y transmitir este legado, especialmente el don de las vocaciones, a las generaciones futuras.
El Bicentenario de la fundación de las Hermanas Contemplativas es un Año Jubilar, un Año de Gracia, que vivimos con un profundo sentido de gratitud al Buen Pastor: con humildad, pero también con gran alegría, es el mismo Buen Pastor quien bendijo este proyecto espiritual fundado por Santa María Eufrasia, que sigue velando por todos nosotros.
Este Bicentenario es, para todos nosotros, no tanto un tiempo de celebración sin trascendencia, sino más bien una ocasión preciosa que se nos ofrece para contemplar el pasado con gratitud, el presente con confianza y el futuro de la misión contemplativa con valentía y visión profética,dejándonos guiar por el Espíritu que siempre nos conduce hacia la novedad de Dios.
Finalmente, el Bicentenario es también una oportunidad para recordar a muchas de nuestras hermanas que dieron su vida de manera silenciosa y heroica, con pasión, en las circunstancias más difíciles y extremas de su tiempo, y que, por eso, son un triunfo, un tesoro inestimable que solo Dios conoce.
Que Santa María Eufrasia nos obtenga la gracia de continuar en este camino, en la misión de salvar a las personas confiadas a nuestra misión del Buen Pastor.
¡Feliz Bicentenario a todos!
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