Por Adrianne Favianne Alex, voluntaria, Good Shepherd Services, Malasia
Trabajar con Good Shepherd Services (GSS) en Malasia ha sido hasta ahora para mí una experiencia llena de altibajos. Llena de sorpresas y, lo más importante, de emocionantes misterios que descubriré mañana. Aún no ha pasado un año desde que empecé en GSS, y algunos pensarán que es demasiado pronto para decir esto, pero puedo escribir y decir de que trabajar con GSS será sin duda uno de los muchos recuerdos maravillosos que recordaré ¡cuando tenga dificultad para dormir habiendo llegado a los 70 y tantos años!
En la tercera semana de haberme incorporado a la organización, tuve la oportunidad de participar con mi equipo en mi primera excursión a Kg. Masaum, Tongod (extremo oriental de Malasia). Nunca había pensado en visitar Tongod, pues no había tenido motivos para viajar tan lejos. Sinceramente, pensé: «Si el viaje hasta el lugar del proyecto ya es tan difícil, ¿cómo voy a afrontar mañana el encuentro con los participantes? ¿Seré capaz de aguantar trabajando con esta organización...?» Con dolor de espalda y mareos, finalmente llegamos al alojamiento que habíamos alquilado para pasar la noche y, después de asearme, me fui directamente a la cama, totalmente agotada.
Situada en lo profundo de Tongod y rodeada de plantaciones de palma aceitera, Kg. Masaum es una aldea que aún no tiene suministro eléctrico ni acceso a agua potable. Salimos a las 6:00 de la mañana y fue la primera vez que conocí a los participantes del proyecto. Como aún era nueva, mis compañeros de equipo dirigieron la sesión, mientras que yo me encargué de entretener a los hijos de los participantes. Durante la sesión, tuve la oportunidad de charlar con los niños. Sinceramente, me di cuenta de lo privilegiada que había sido todo este tiempo. Las ideas que ellos compartieron sobre su vida cotidiana me abrieron los ojos. Las cosas que yo daba por sentadas eran una oportunidad con la que ellos solo podían soñar y a la que nunca renunciarían. En ese momento, me di cuenta de que el trabajo que se realiza en GSS no es algo que todo el mundo esté dispuesto a hacer de forma voluntaria.

El proyecto que hicimos con Kg. Masaum, Tongod, se centra en la producción de productos ecológicos a través de energías verdes: la solar. La idea de las prácticas ecológicas aún era nueva para ellos, pero les resultaba familiar. Con el uso emergente de aparatos que funcionan con energía solar, los habitantes de Kg. Masaum habían instalado principalmente luces y ventiladores solares en sus propias casas, lo que reducía su dependencia de los generadores de combustible. Sin embargo, en cuanto a otras prácticas ecológicas, como el estilo de vida con residuos mínimos o nulos y el reciclaje, estos conceptos les resultan ajenos, ¡e incluso a mí misma! A través de este proyecto, pudimos promover y aprender junto con las mujeres de Kg. Masaum cómo llevar una vida con prácticas ecológicas.
Además, también me di cuenta de cómo mis habilidades personales mejoraron con el tiempo. Pasé de ser una chica tímida con voz temblorosa al hablar en público a ser alguien capaz de hablar con confianza y voz clara a desconocidos.
En definitiva, creo que hay mucho más que aprender de las comunidades a las que servimos, de las familias que conocimos y, por supuesto, de mis compañeros de GSS y los partners de la organización.
Espero haber logrado llevaros a una breve aventura: cómo se siente ser un partner en la misión del Buen Pastor, trabajando con la comunidad en zonas rurales. Ya han pasado meses desde que trabajo con GSS y, con cada día que pasa, sigo sintiendo que estoy avanzando hacia una nueva perspectiva, con cosas diferentes que aprender cada día.
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