Por Justica Nekesa, Directora del Centro de Mujeres Eufrasia, Kenia (Provincia de África Centro-Oriental)
Nacida y criada en una aldea Masai de Ewasso, en el centro de Kenia, Selei*, de 23 años, es una de diez hermanos. Pertenece a una familia polígama y es la primera niña nacida de la primera de las tres esposas de su padre.
Cuando sólo tenía 15 años, su padre y su hermano mayor tramaron casarla para que la dote sirviera para educar a otros niños de la familia.
Cuando Selei se enteró del plan y se negó, su padre y su hermano animaron a seis jóvenes masai a violarla para que cediera a sus exigencias de casarse. Desgraciadamente, se quedó embarazada a consecuencia de la violación y tuvo que abandonar los estudios.
Después de dar a luz, con la ayuda de su madre, volvió a la escuela. A fuerza de tesón, consiguió terminar el bachillerato, pero su padre y su hermano siguieron obligándola a casarse.
Lamentablemente, en la cultura Masai, una vez que una niña ha dado a luz fuera del matrimonio, se considera que tiene menos valor porque la dote para ella es menor que la de una virgen.
El año pasado, en 2023, se escapó de casa para buscar un trabajo con el que mantenerse a sí misma y a su hijo y liberarse del control de su padre y su hermano.
Las trabajadoras sociales del Euphrasia Women’s Center vinieron a conocer su historia. Le ayudaron a matricularse en el curso de Confección de Moda y Diseño del St. Euphrasia Vocational and Training Institute. Aquí, pudo aprender nuevas habilidades que le abrirían la puerta a oportunidades para mantenerse y cuidar de su hijo.
Tras diez meses asistiendo al centro, Selei está a la espera de recibir la acreditación oficial que le permita ser diseñadora de moda certificada..
Selei afirmó, ''Haré todo lo que esté en mi mano para proteger a mi hija, para que no pase por lo que yo pasé en nombre de la “cultura”. Trabajaré duro y utilizaré los conocimientos que he adquirido en el Instituto de Formación Profesional Santa Eufrasia para promover la equidad y los derechos de las niñas y mujeres que sufren porque la sociedad las desprecia y segrega sus derechos. Quiero que mi determinación y mi duro trabajo inspiren a muchas niñas y mujeres a defender lo que es justo, aunque la sociedad intente negarles sus derechos. A través del Centro de Mujeres Eufrasia, pude curarme de mi trauma y volver a ver esperanza en la vida cuando pensaba que todo estaba acabado. Cuando pensaba que la vida no tenía sentido, volví a encontrar una razón para vivir. Quiero compartir esta historia de esperanza con todas las mujeres y niñas con las que entre en contacto."
*No es su verdadero nombre