Por Hna. Rosa Esperanza Carrasco Espinal, Provincia de
El pertenecer a una Congregación Apostólica como Contemplativa encuentro, que es la misión que me impulsa a seguir caminando por caminos muchas veces desconocidos; es el fuego que arde en mi corazón que me lleva a recorrer con amor por que yo misma soy misión. Llevando en el corazón miradas, rostros y acciones concretas en el que Dios se manifiesta y puedo admirar la cercanía y presencia de este Dios vivo.
Vivir en este Dios y desde Dios en la vida Contemplativa que he optado en una Congregación Apostólica, me lleva a ser más consciente del valor de la vida, y el impacto que tiene en el universo donde vivo interconectada con la Creación, siendo parte de ella para ser un rayo de luz, un rayo de esperanza en medio del individualismo, de la violencia, de la división.
Lograr esto es difícil porque más fácil es buscar el beneficio personal sin buscar el bienestar de tu próxima/o, sin pensar en el misterio de Dios que se encuentra en la otra y el otros.
Cuando no pienso en la otra o en el otro, es ahí donde surgen los errores, pero el ser consciente de ellos me ayuda a darme cuenta de mi vulnerabilidad y de la necesidad de mi hermana y hermano.
Por eso, la vida comunitaria es un elemento fundamental en la vida contemplativa donde me siento sostenida, escuchada, y me motiva a ser yo misma con mis dones y fragilidades en las manos del Divino Original.
Caminar en esa presencia del Buen Pastor es como dice Santa María Eufrasia “El ejemplo impresiona mucho más que las palabras, y por él se obtienen resultados sorprendentes'' . Este el testimonio coherente de mi vida que hablará, son mis actitudes que invitaran a otras y otros a darle una mirada al Buen Pastor, en mi ser integrado que está abrazado por el amor de Dios.