Adaptado de un artículo publicado por el Centro de Comunicaciones de la Provincia Bolivia / Chile

Cada 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado, una oportunidad para reflexionar sobre la resiliencia de quienes, siendo refugiados o solicitantes de asilo, enfrentan viajes peligrosos en busca de seguridad y dignidad. Para organizaciones humanitarias como la Fundación Madre Josefa*, este día representa un compromiso renovado con la defensa de los derechos y la promoción de la justicia para quienes atraviesan situaciones de extrema vulnerabilidad.

Sin embargo, en el norte de Chile, los refugiados y migrantes se enfrentan cada vez más a políticas que priorizan la seguridad fronteriza por sobre las necesidades humanitarias. En los últimos meses, el Gobierno chileno ha aplicado controles migratorios más estrictos, entre ellos, , el cierre de seis albergues para migrantes en situación irregular en la localidad fronteriza de Colchane. Además, una nueva política de reconducción inmediata hacia Bolivia para quienes cruzan por pasos no habilitados ha limitado gravemente el acceso a la asistencia humanitaria. Este cambio refleja una estrategia migratoria centrada en el control territorial, pero que ha despertado importantes cuestionamientos.

En medio de este escenario, la Fundación Madre Josefa continúa abriendo caminos de acogida y esperanza para quienes buscan refugio. Bajo la dirección de Karina Fauste, encargada del Centro de Atención al Migrante en Iquique, la fundación adapta su labor para responder a las urgencias de las familias desplazadas. Su trabajo cobra especial relevancia en un contexto donde los nuevos protocolos migratorios dificultan el acceso a sistemas básicos de apoyo.

La fundación ofrece un centro diurno integral para migrantes y sus familias. “Funcionamos como un centro día para las familias, ellos están en un periodo de nueve hasta las seis de la tarde con unas actividades programática llenos de talleres”, explica Fauste. El acompañamiento en salud mental, especialmente los primeros auxilios psicológicos, sigue siendo un eje central del servicio, en consonancia con la profunda empatía que caracteriza el trabajo de la fundación con personas que muchas veces llegan en estados físicos y emocionales muy delicados.

No obstante, el compromiso de la Fundación Madre Josefa va más allá del alivio inmediato. También impulsan soluciones a mediano y largo plazo, como el diseño de planes migratorios adaptados a los cambios en los acuerdos nacionales e internacionales, con el fin de que las familias puedan construir un camino hacia la estabilidad. Incluso frente a la reducción del apoyo habitacional por parte del Estado, la fundación sigue trabajando para conseguir alojamientos transitorios para personas migrantes en situación de calle.

Para familias como la de Indiana García, cuya ardua travesía por las altiplanicies casi venció a su hija de dos años, el acceso a estos servicios puede ser vital. Muchas personas desplazadas describen viajes desgarradores a Chile, donde las temperaturas cercanas a cero y los cruces fronterizos complejos agravan los riesgos. Testimonios como los de Roberto, un joven venezolano devuelto por la fuerza a Bolivia tras ingresar al país sin autorización, ilustran la creciente vulnerabilidad bajo estas nuevas políticas.

A pesar de los desafíos, la Fundación Madre Josefa no cesa en su misión de apoyar a quienes más lo necesitan, haciendo un llamado a que el Estado revise algunos aspectos de su legislación migratoria. La fundación mantiene vínculos con escuelas locales y programas comunitarios, como los talleres realizados en Talca sobre cómo gestionar la residencia para adolescentes migrantes, siempre desde la premisa del interés superior del niño.

En este Día Mundial del Refugiado, la misión de la Fundación Madre Josefa nos recuerda una verdad esencial: una sociedad compasiva es aquella que sabe equilibrar la seguridad con la humanidad. Fauste y su equipo nos invitan a considerar que cada decisión política afecta la vida real de familias, madres e hijos que han dejado todo atrás en busca de protección.

Este 20 de junio, mientras el mundo pone su mirada en la situación de las personas refugiadas, la fundación nos invita a sumarnos a esta misión del Buen Pastor. “No podemos dar la espalda”, afirma Fauste, “porque cada persona merece ser vista, acompañada y empoderada”. En este Día Mundial del Refugiado, la Fundación Madre Josefa Josefa nos convoca a defender los derechos fundamentales, no solo con palabras, sino con acciones concretas que transformen vidas.

*Fundación Madre Josefa se llama así en honor de Venerable María de San Agustín—born still known today in the Congregation as Josefa Fernández Concha (1835–1928), una Hermana del Buen Pastor chilena y misionera incansable que tuvo una conexión especial con Santa María Eufrasia. Se le atribuye el establecimiento de 35 fundaciones en toda América Latina, todas marcadas por un celo heroico y, a menudo, fundadas con nada más que la providencia de Dios y la pobreza implacable de los barrios a los que servían. Pasó tiempo en cada una de estas comunidades, compartiendo sus dificultades y los muchos desafíos de aquellos primeros días. Lea más sobre la Venerable Josefa Fernández Concha aquí.

Lea la fuente original del artículo en el boletín electrónico Encuentro, fundada en 2001 y publicada mensualmente por el Centro de Comunicaciones de la Provincia de Bolivia / Chile.