Por Bernardino Culombola, Director del Programa de la Oficina de Desarrollo Misionero, Angola (Sector de Angola/Mozambique)
Luzia* es una niña de 12 años de Porto Amboim, una localidad costera de la provincia de Cuanza Sul, en Angola. Este lugar de impresionante belleza natural sigue siendo una de las regiones menos desarrolladas del país y se caracteriza por una pobreza profundamente arraigada, la exclusión social y el abandono institucional.
Al igual que miles de otros niños de las zonas rurales de Angola, Luzia creció bajo el cuidado de su abuela anciana, que luchaba para llegar al fin de mes.
Lamentablemente, la educación de Luzia se vio interrumpida prematuramente cuando se vio obligada a abandonar la escuela durante el tercer grado porque su familia no podía pagar la matrícula anual de 2500 kwanzas angoleños (2,74 dólares estadounidenses), el precio de una taza de café para muchos en el mundo.
Luzia pasó a formar parte del creciente grupo de niños vulnerables que no asisten a la escuela y que están expuestos a diario a riesgos de violencia, explotación y abandono.
Con el fin de ofrecer a Luzia mejores condiciones de vida y la oportunidad de volver a la escuela, su media hermana decidió llevarla a Luanda, la capital de Angola. Sin embargo, tras una disputa familiar, Luzia, abrumada y asustada, se encontró sola en una ciudad desconocida, sin apoyo ni protección. Desesperada, huyó y vagó por las concurridas calles de uno de los suburbios urbanos en expansión de Luanda.
Afortunadamente, el destino puso en su camino a personas compasivas. Un desconocido, conmovido por la vulnerable situación de Luzia, la llevó a la comunidad María Droste del Buen Pastor en la ciudad.
Allí, Luzia encontró no solo refugio, sino también seguridad, protección y un renovado sentido de dignidad.
Lo que siguió fueron semanas de esfuerzos intensos e incansables para localizar a la familia de Luzia. Como directora de programas de la Oficina de Desarrollo Misionero del Buen Pastor en Angola y Mozambique, y en consonancia con la Política de Protección de la Congregación que se está aplicando actualmente en todo Angola y Mozambique, me puse en contacto con las comunidades locales y colaboré estrechamente con Angola Red Cross Angola Red Cross(Cruz Roja de Angola), haciendo todo lo que estaba en nuestra mano para garantizar el reencuentro seguro de Luzia con su familia.
Reunificación familiar
Luego, el 9 de Junio, el día siguiente a la festividad de María Droste, localizamos con éxito a la abuela de Luzia, lo que hizo posible la tan esperada reunificación familiar. Ese emotivo momento marcó el final de una dura prueba para esta vulnerable joven.
Luzia volvió al cuidado de su abuela, a salvo de los riesgos inminentes de secuestro, tráfico, abuso y explotación a los que había estado expuesta.
Sin embargo, incluso después de regresar a su comunidad y reunirse con su abuela, su futuro sigue siendo incierto. Todavía no puede volver a la escuela, sus derechos fundamentales se ven amenazados, simplemente porque su abuela no puede pagar las tasas escolares nominales, lo que refleja claramente las desigualdades y el abandono sistémico que afectan a tantos niños en Angola.
Nuestra responsabilidad colectiva
Sin embargo, la historia de Luzia trasciende la desgracia individual y pone de manifiesto una herida social mucho más profunda. Refleja la dura realidad que sufren miles de niños vulnerables en toda Angola. Pone de manifiesto las deficiencias de las políticas públicas, el abandono de los territorios rurales y la persistente exclusión social a la que se enfrentan las comunidades marginadas.
La historia de Luzia debe conmover nuestra conciencia colectiva. Debe despertar en cada uno de nosotros una perspectiva más humana, atenta y socialmente responsable. Nos recuerda de manera conmovedora que prevenir siempre es menos costoso que remediar, y que la solidaridad genuina tiene el poder transformador de cambiar destinos.
Al acoger a Luzia y tomar medidas para transformar su destino, las hermanas del Buen Pastor y sus partners en la misión no solo demostraron compasión, sino que también reafirmaron nuestro compromiso inquebrantable con el fomento de un entorno seguro, protector e inclusivo.
Solo a través de esfuerzos colectivos podremos construir una sociedad más justa, compasiva y segura para todas las Luzias vulnerables que aún esperan un acto de amor y esperanza.
*No es su verdadero nombre