En la Asamblea de la Provincia de Mid-North America celebrada del X al X de marzo, la Hna. Beth Garciano dio una charla sobre el Amor visible y permanente de Dios, que la iglesia da a los contemplativos a través de una clausura constitucional. Compartimos sus palabras a continuación.
“Que corra la justicia como un río. La justicia es como un torrente inagotable!''
Amós 5,24
La llamada a vivir la clausura no es exclusiva de las contemplativas; es una llamada que se extiende a todos los cristianos que han recibido el sacramento del bautismo y se han comprometido a vivir como hijos de Dios. Este compromiso exige cultivar nuestra capacidad de escuchar la voz de Dios dentro de nosotros y entre nosotros. Estamos llamados a escuchar atentamente la presencia activa de Dios y a obedecer sus impulsos y su guía.
Cumpliendo sus promesas de antaño, Dios, en la plenitud de los tiempos, volvió su mirada hacia su Verbo. Llamó con misericordia y compasión a José y María, cuyas relaciones con Él conocía, para que nos trajeran al Verbo hecho carne. A pesar de sus dudas, confiaron plenamente en el mensaje de un ángel y vivieron con fidelidad a la llamada que se les había confiado.
El 10 de marzo de 1956, día de mi bautismo, comenzó mi relación de alianza con Dios a través del agua del bautismo. Esta relación sigue creciendo a través de la unión eucarística con Él. La presencia sagrada de Dios se apodera de mi atención y me revela que mi alma forma parte del Espíritu de Dios, guiándome para descubrir el propósito divino infundido en mí. Este propósito me ayuda a aceptar el sufrimiento y a navegar por las dificultades, pruebas y tentaciones de la vida. Sirve de vehículo para mi transformación interior y mi plenitud. Aun así, busco ayuda angélica para ver y comprender la verdad.
A medida que sigo descubriendo y redescubriendo la esencia y la sustancia de mi existencia como contemplativa, la clausura del corazón se convierte en mi ser - un gesto sublime que honra a Dios. Nuestras Constituciones afirman que nos comprometemos y que la clausura es signo y expresión de nuestra atención exclusiva a Dios. (Art. 43). Nuestra misión es amar y buscar a Dios por encima de todo. (Art. 52.1)
Este elemento esencial es una herramienta poderosa para alcanzar metas y fomentar las relaciones con Dios y con los demás. La oración, el arrepentimiento, el perdón, la misericordia, la compasión y la reconciliación son las acciones y los frutos de una vida contemplativa. Iluminan nuestro papel único en el mundo y ayudan a revelar el amor perdurable de Dios y su plan de salvación dentro de nuestra comunidad global, incluso en tiempos difíciles.
Quiero estar plenamente viva, experimentar una profunda conexión con la fuente divina y compartir la vida creativamente con los demás. Este viaje encarna el Teo-drama en el que participo activamente como miembro de la comunidad religiosa. Refleja la misión que se me ha confiado a mí y a la Iglesia, y significa mi lugar y mi papel en la historia de Dios.
Espero que al ser una esposa devota durante toda mi vida, Dios me conceda la gracia de mantenerme firme contra cualquier uso indebido de la naturaleza sagrada de su don de amor incondicional. Este viaje dura toda la vida, es un viaje de continuo crecimiento y comprensión.
En la comunidad global actual, la complejidad y el ajetreo de nuestras vidas han provocado una devaluación del encierro. A menudo nos vemos consumidas por nuestras luchas, lo que dificulta sentir el calor del sol que podría aligerar nuestras cargas emocionales. . Somos testigos de diversas formas de abuso, de cuestiones políticas y sociales divisivas y de retos acuciantes como el cambio climático. La difusión de “noticias falsas”, los prejuicios y la desinformación sirven a menudo como herramientas para acciones injustas y racionalizaciones. Como resultado, nos separamos cada vez más de Aquel que nos creó, nos insufló vida y se sacrificó por nosotros.
En nuestra transición hacia una nueva región, nos comprometemos a compartir la cultura universal de la justicia. Nos centramos en promover la diversidad, la pertenencia, la equidad, la sanación y la reconciliación entre nosotras. Es esencial integrar las dimensiones de nuestra espiritualidad y carisma, sabiendo que nuestra calidad de ser ser influye directamente en la calidad de nuestras acciones. Nos esforzamos por cultivar relaciones positivas entre nosotros, hablando con la verdad y permaneciendo unidos en el amor para nuestro crecimiento personal y el de los demás.
Mientras nos esforzamos por llegar a ser esa nueva creación a la que Dios nos ha llamado, tengamos una esperanza viva, pues la esperanza es la promesa que Dios cumple. Siempre hay esperanza cuando confiamos los unos en los otros. Hay esperanza cuando hemos escuchado su llamada y seguido su guía, unidos en este viaje hacia “nuestro lugar bajo el sol”.