150 años de pastoreo: Dar testimonio de Cristo y servir con compasión en Bellary (India)

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Por Hna. Shanty Chacko, Provincia del Sudoeste de la India Province of Southwest India

El 18 de noviembre de este año, la misión del Buen Pastor en Bellary, entró en el umbral del 150º año jubilar de nuestra presencia allí.

La inauguración de la celebración del sesquicentenario comenzó con la bienvenida de la Hna. Lissy Chacko, Líder de la Provincia, a las hermanas de las comunidades de Manvi, Madhalur, y Chikkahesarur y a los partners en misión de todo Karnataka; la oración de acción de gracias, que fue presidida por el Obispo de Bellary Henry D'Souza.

En la procesión de apertura, la Hna. Lissy y las líderes locales de las cuatro comunidades portaron las velas jubilares, seguidos por 16 sacerdotes de parroquias y congregaciones vecinas que concelebraron en la misa.

La Líder de la comunidad de Bellary, Hna. Shanty Chacko, habló de cómo, en 1875, un grupo de hermanas de Francia, que ya servían en Vellore, Tamil Nadu, llegaron a Bellary, Karnataka; la impulsadas por nuestro cuarto voto de celo para extender la compasión de Jesús Buen Pastor a los más vulnerables.

Abrieron una escuela particular para alumnos internos y externos; sin embargo, la hambruna del sur de la India entre 1876 y 1878 provocó que muchos niños se quedaran huérfanos. En 1878, las hermanas abrieron un orfanato y una escuela para estos niños pobres e indigentes con el fin de responder a sus necesidades.

Los Anales del convento del Buen Pastor relatan la angustiosa situación de estos huérfanos de la hambruna, como se les conocía, ya que ““la mayoría de estos niños indigentes que quedaron huérfanos estaban consumidos hasta convertirse en meros esqueletos, sus ropas eran harapos y sus cuerpos estaban ulcerados.' Pero las hermanas los cuidaron con compasión y devolvieron a la mayoría de ellos una vida nueva y digna..

Con el paso de los años, el campus del Buen Pastor se convirtió en un hervidero de actividades con servicios de atención residencial para huérfanos, educación para alumnos internos y externos, y otros servicios residenciales y sociales para adolescentes con problemas y mujeres víctimas de la violencia de género. Abrieron una panadería y una escuela industrial para dar a las chicas y mujeres mayores una formación profesional y hacerlas económicamente autosuficientes.

Inspiradas por las reformas posteriores al Concilio Vaticano II, las hermanas discernieron nuevas formas de servir a las comunidades marginadas, lo que las llevó a pasar de los ministerios residenciales semiclaustrados a nuevos programas de divulgación y ministerios de acción social en Manvi, Madlur y Chikkahesarur, en busca de los marginados de la sociedad, en particular las niñas de Devadasi que se veían obligadas a prostituirse.

Tras las palabras de la Hna. Shanty sobre los 150 años transcurridos, se encendieron las velas jubilares y las hermanas renovaron sus votos antes de que todos los presentes se sentaran a disfrutar de una comida de hermandad. Como símbolo de este viaje, las velas del jubileo arderán durante todo el año en las cuatro comunidades, simbolizando las oraciones e intenciones por la misión de Bellary.

Este acontecimiento fue algo más que una conmemoración del pasado: fue un trampolín para el futuro que nos llamó a a renovar nuestro celo y a abrazar nuestra misión con un fervor aún mayor. Desde los humildes comienzos de una pequeña comunidad que respondía a las acuciantes necesidades de los huérfanos afectados por la hambruna hasta una vibrante misión que extiende su alcance a playas lejanas, ésta ha sido verdaderamente una historia de la providencia y la gracia de Dios en acción.

Al embarcarnos en este nuevo capítulo, lo hacemos con profunda gratitud por los pioneros, colaboradores, benefactores, clérigos, funcionarios del gobierno y cada persona viva o difunta que contribuyó a apoyar el trabajo de esta misión de una manera u otra. Sus sacrificios y su visión nos desafían a ser fieles administradores del amor del Buen Pastor, llevando adelante este legado para tocar las vidas de las generaciones futuras.

Rezamos para que este año jubilar sea un tiempo de gracia, renovación y nuevo compromiso para todos los que comparten esta misión. Juntos/as, continuamos construyendo un legado de servicio y solidaridad, asegurando que el amor del Buen Pastor llegue a todos los rincones de la sociedad. Con gratitud por el pasado, esperanza en el futuro y alegría en el presente, proclamamos: “¡a Dios sea la gloria!

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